miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ya no será el mismo cielo...

No te preocupes, déjalos que corran, sí de un lado a otro, que lleven la intrigante noticia por doquier. No temo por mí mas, es a ti a quien acudo. Mi temor se basa en ti, yo puedo sobrevivir a esto, lo llevo haciendo toda mi vida, pero no sé si seremos capacez ahora juntos. Aunque tu esencia me esclarece las dudas, y las perturbaciones desaparecen, pero temo por ti. Me siguen, nos siguen. No quiero pensar en que huyas, has estado huyendo lo suficiente de mí, como para dejarlos permitir que te den un argumento más para seguir. El mundo es pequeño, te conozco, o tal vez sea al revés. Pero algún día se acabarán los escondites, y allí estaremos nuevamente, uno frene al otro, ahora ya sin poder huir. El aire se condensará, la humedad llega a su punto máximo, pero sólo se siente más pesado el aire, como espectante. Comienza a llover, como siempre lo solía hacer en nuestros encuentros, pero no siento el agua. Te veo, y pierdo mis sentidos, se adormecen, se entorpecen, se mueren. Mis pies no resisten más, y caigo. Yazco en el suelo y te veo. Te vas. Un grito aterrador se escucha cada vez más fuerte y continuo. Ya no te veo. Las esperanzas comienzan a desaparecer. Bajo la mirada, y veo unos petalos de rosa. Los pude reconocer, fueron aquellos mismo que una vez besé y luego obsequié. Un sentimiento profundo me invade, pero comienzo a sentir ahora algo distinto, eres tú pero antes de que nos hubiésemos olvidado. Miro el cielo, y aquella estrella me dice que aguante un poco más, que hay algo que se llama paciencia, y confianza. Vuelvo a creer. Pero la estrella desaparece. Comienza a moverse, aparece nuevamente, pero ahora comienza a recorrer todo el cielo, y miles de personas la contemplan, sonríentes, creyendo en ella, y pidiéndoles sus deseos más profundos. Yo ya no pido el mío, porque ya está cumplido. Tú estás aquí, siempre lo estuviste, somos uno. Te vuelvo a sentir. Ahora tenemos los ojos que necesitamos para vernos. Ahora estamos más cerca de conocernos, y tocarnos directamente, ya sin barreras. Cojo los petalos caídos y te los vuelvo a obsequiar. Los aceptas, y cómo si el tiempo volviese atrás, los petalos vuelven a formar la hermosa flor, que una vez fue, cuando por primera vez tocó la suavidad de tus manos. Ahora las miradas se cruzan, y volvemos a hablarnos. Ahora sí me entiendes, pero te cuesta descifrar. No te preocupes, que pronto ya no habrá nada que nos impida a volver a cojer los petalos juntos nuevamente. Recuerda que son muchas las estrellas que nos quedan, para hacer que esta aventura, este milagro que ha ocurrido vuelva a suceder. Ahora cuando mires al cielo, piensa en cuantas estrellas podemos hacer que sean fugacez, para así poder volvernos a ver, y decirle al mundo, que la única forma de que seamos 2, es sumarnos mutuamente. uno más uno suman más que dos.
Somos más que dos, eres tú y yo.