martes, 21 de septiembre de 2010

El bicentenario y mi revolución

En estas fechas, mucho se ha hablado ya de independencia, nacionalismo, identidad, entre muchas otras palabras que causan nada más que una retórica incomprensible e incuestionable para la gran mayoría de los que hoy mismo formamos esta nación. Pero, me pregunto ¿Es esto, lo que yo quisiera a mis 200 años?
Supongo que muchos, al avanzar de sus años, cada vez se quedan más vacilantes en temas de vida, en reflexiones internas, en qué han hecho a lo largo de sus vidas, en términos generales un balance de ésta. No es fácil poder decir que tenemos 200 años de existencia, si es que no más. Pero, y nuestro balance de vida ¿Dónde está? Si fuesemos a morir hoy, debiésemos saber al menos que hemos construído, si valió la pena estos 200 años de un sin fin de vivencias, pugnas internas, progreso, pobreza, hambre, desarrollo económico, muerte, esperanza de vida...
Pero no, no veo nada. No se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío. Ni tampoco de pensar que "todo tiempo pasado fue mejor". Se trata de saber, simplemente ¿Dónde estoy? Siguen mis pies, en esta tierra fértil y, mi cabeza ¿lo sigue aún?
Pienso que no tenemos rumbo. Buscamos el progreso por el progreso. Eso a nada conlleva. No quiero mega edificios, ni índices macros económicos, sociales, si nuestra gente sigue sin poder salir a compartir con sus vecinos, donde los centros cívicos cada vez tienen menos civiles. Donde el mayor ejemplo de enseñanza es el televisor, donde los artistas deben esconder su arte, porque en las plazas públicas son encarcelados. El tiempo avanza, la vida sigue, pero nuestra gente parece quedarse atrás. Nuestros hermanos y hermanas, de esta franja de tierra, se olvidan, se olvidan de que están, y el estar es decir: ¡Soy! Y no podemos ser individuos, sin la invitación del ¡Seamos! Necesito de tu ayuda para levantarme, y tu la nuestra para apoyarte. Seamos una cadena de manos entrelazadas, seamos comunidad, y me refiero a común unidad, me refiero a identidad. Este bicentenario, me ha servido. Motivos, abundan. Desde el panfleteo barato hasta las reflexiones más profundas y casi con un tono dogmático. Lo que encontré este año, fueron los bríos, los bríos que me hacían falta para emprender mi revolución. No fue fácil, no lo fue. Pero estoy decidido. Ésta se llevará a cabo, no por lo radical que significa en sí misma, sino por el poder de la razón. La razón y la virtud, como siempre buenas aliadas, volverán a regir en estas tierras tan abandonadas de la justicia y la felicidad.
¡Un Golpe de Estado!
¡Eso quiero!
Pero será sin violencia, pero no será al Estado maltratado y usurpado por los mal patriotas de siempre. No me refiero a ese Estado.
El golpe que pretendo, es al estado de cada uno de ustedes. Sí. Un golpe directo al subconciente colectivo, a esa conciencia dormida. Le quitaremos a la holganacería el poder que se ha tomado en cada uno de nosotros. Limpiaremos todos aquellos orificios por el cuál la luz de la virtud está siendo obstaculizada dentro de nosotros, bloqueada por el carácter autómata que nos lleva a adquirir la sociedad casi por inercia. Nos desconectaremos de una vez y para siempre, de cuánto control remoto exista. Levantaremos un grito al cielo. Un clamor, que se repite, un clamor como nunca antes. Se escuchará en todos lados. Y como si fuese un acto que estuviesemos pre destinados a hacer, gritaremos al unísono "¡Libertad!". Esa será la verdadera independecia que debemos celebrar. No la podemos lograr nunca, si no comenzamos esta revolución, una revolución interna, que nos lleve a todos como individuos a razonar en una comunidad, en un bienestar propio para nada distante del común. En volver a expresar lo que realmente queremos, lo que en realidad necesitamos. No más ni menos. No seremos lo que realmente podemos ser, sino abandonamos la ignorancia, sino matamos la plaga de la ambición que nos ha estado contaminando desde tiempos remotos. Necesitamos volver a la familia, reconciliar a la amistad con el amor. Necesitamos volver a creer. Necesitamos volver a soñar. Dejemos de sobrevivir en este mundo ¡Aprovechemos de poder sentir lo que es volver vivir!