sábado, 22 de septiembre de 2012

Esta nueva primavera...

Sobre la misma banca que en otros tiempos me acogió,
yazco aqui, sentado. Entre atónito y ensimismado.
Y todo es como aquella vez,las mismas bancas
los mismos árboles y la misma brisa. Salvo que esta vez
no hay horizonte en la travesía de mi vida.

Hoy, es cuando la gente dice que todo debería estar mejor,
las aves cantando, un clima aegre y el sol acompañado de unas escasas nubes,
el césped en su mejor verde, los campos floridos y
los árboles con ese olor a hojas recién nacidas.

Pero esta primavera, no es como las demás.
Es cierto, somos distintos. Pero no sé que tanto.
Con sus hojas ya nuevas, el árbol aún me arroja sus hojas secas.
El viento todavía va de un lado al otro, recorriendo la ciudad
para buscar y susurrarme tu nombre.

La alergia no es oponente de cuando oler tu aroma se trata.
Las noches no serían noches si es que al mirar el cielo,
no me recuerdan a ti. Pero ni el cielo, ni ese aroma,
ni la voz en silencio de la brisa pueden quitar de mí
esa sensación del pecho oprimido, de una causa abandonada.

Y busco ilusiones, intentando engañarme para poder
por un momento olvidarlo todo. Pero sé reconocer mentiras
y el pecho se oprime aun más. El corazón ya no late, no tiene por qué.
Pero le pido que aguente, que todavía hay palabras y decisiones que no he dicho y hecho.
Que el único ideal que es imposible es aquél en el que no creemos.

Y me levanto, para seguir esgrimiendo con mis últimos alientos
nacidos de lo más recóndito del alma, los motivos por los que hoy estoy aquí.
Y me visto, esta vez no con las ropas del error, sino de la convicción.
Y después de todo, despierto, sin estar dormido. No concilio el sueño y,
contengo el aliento porque no logro pasar las noches...

Y vuelvo a abrir los ojos, pero esta vez si tengo horizonte,
y el césped está en su mejor verde, y las aves siguen arrullando su canción,
el clima es alegre y el sol goza de la compañía de algunas nubes,
y contemplo el nacer de las hojas nuevas de los árboles.

Y esta vez dejé de mirar el cielo, olvidé la alergia
e hice oídos sordos al susurro del viento. Y en medio de todo,
apareciste tú, con una tibia sonrisa anunciando tu llegada.
El viento se cansó, los ruidos se callaron
el tiempo se detuvo y tus cabellos dejaron ver tus ojos.
En ese momento supe, que en realidad
te llamas primavera ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario