martes, 24 de noviembre de 2009

renace

Y la tristeza se murió de risa, cuando vio que las hojas caían y que el viento soplaba como aquella vez, en que nos detuvimos a mirar, lo que no tenía forma, pero que sí, podíamos sentir lo que él nos traía. Y ahí estábamos, juntos, anhelantes el uno del otro, hasta que el viento dejó de soplar y los dos andantes siguieron sus caminos, sin recordar quienes eran, hasta aquel instante, donde la brisa les enseño que podían volver a nacer.

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